- Despedir la última tarde del 2008 en medio de una multitud en el zócalo (México).
- El viento helado cortándome la cara (Chicago, febrero).
- San Cristóbal de las Casas, las Penas, las Tristezas y los mensajes a medias que sepultaron meses de F (Chiapas, marzo).
- El hombre de los delfines desiguales y su madre paralítica mirando el mar (Nayarit, abril).
- Descubrir tras la arena del desierto y el río junto al que crecí, que no hay regresos (Juárez, mayo).
- El atardecer inolvidable en Celestún... y el mar, siempre el mar (Yucatán, junio).
- La víspera de otro mundo y el aniversario de aquellos que pisaron el Mar de la Tranquilidad (México, julio).
- El beso de Braucci en Marechiaro y los días en el Sur (Nápoles, agosto).
- Contemplar y tocar la eternidad sobre el Pantheon de Agripa (Roma).
- El Arno, Borges, Dante y el ocaso (Florencia).
- Los incansables viajes en el tren y la voz de Edith Piaff, pensando los siglos y la historia que separan dos mundos (Toscana).
- Un monasterio reconstruido junto a cementerios de guerra... y el recuerdo, siempre el recuerdo, de Ferro (Cassino).
- La resignación de volver a bordo de un A-340 (Madrid).
- La felicidad que encierra una isla perdida en El Caribe, y otra vez el mar (Quintana Roo, septiembre).
- Las quince mil ochocientas correcciones aeronautas (Monterrey, octubre).
- Sostener la mano de un hombre que se dejó morir: mi abuelo (Juárez).
- La fe en un tiempo circular y detenerme a mirar el cielo estrellado a cuarenta mil pies de altura, sintiendo la lágrima correr por mi mejilla (sobrevolando Guanajuato).
- La función social de servir cacahuates, enriquecer a un monopolio y verme atrapada en un avión que simboliza las páginas de Buzzati (Michoacán, noviembre).
- Ver la miseria y la opulencia, la solidaridad y la mezquindad. Soportar y servir a una aeroburguesía tercermundista; sin dejar de soñar con la clandestinidad (Guerrero).
- Roberto Bolaño, la soledad y la cafeína: motores para seguir (Baja California Sur).
- Un departamento vacío e impecable, y un estómago con el nervio y la incertidumbre de volver a estudiar, y de lo que sea que el futuro signifique (México, diciembre).
- Las ganas de recuperar un tiempo, quizá no tan perdido... (Cualquier día, cualquier lugar).
domingo, 27 de diciembre de 2009
Dos.mil.nueve
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