jueves, 18 de febrero de 2010

A 30 mil pies con peinado de salón

El pelo no le rebasa el mentón y está cuidadosamente esponjado. C. Ananás siente envidia, tomando en cuenta que cada día se queda más calva. Afuera tacón y abrigo negros. C. Ananás se atreve a confundirla con alguna tripulante, hasta que Ella alzó la vista y a lo lejos, y de inmediato, la reconoció por el peinado. Inconfundible. Pasa al avión angustiada por verse orillada a dejar su maleta fuera, porque los aviones brasileños de 50 asientos no tienen espacio para equipajes de esas dimensiones. Abandona su maleta y seguro piensa: "¿Y si no la suben con el resto del equipaje?" "¿O si en cambio la abren y me dejan sin peine y laca para mi cabello?" "¿Si la abren y me dejan sin medias?" "¿Si la abren y descubren mis discursos incendiarios a lado de mis trajes y modelitos de El Palacio de Hierro?" "Seguro se trata de un complot de este asqueroso monopolio para callar las voces de la izquierda mexicana."

Ella: "Es que dejé mi maleta y... y no tengo la etiqueta [de equipaje de última hora]."
C. Ananás: "No se preocupe, yo misma se la entrego, ¿qué asiento tiene?"
Ella: "Seis b."

Pero el seis b le desagrada. Es del lado del pasillo e incrementa la sensación de claustrofobia dentro del avión. Toma por completo la fila 3, al lado de la ventanilla, y se concentra en la lectura de El Universal mientras C. Ananás explica por dónde salir del avión y la cantidad de kilómetros acumulables en la ruta México-Tapachula.

Duerme el resto del viaje. C. Ananás se siente frustrada. Ha atendido a 29 necios y a Ella no le ha servido siquiera un vaso con agua, como al resto de personajillos célebres que se ha hallado a más de 30 mil pies de altura, desde que se dedica a ser azafata.

Una hora más tarde, el avión hace su peculiar rugido, en señal de que empieza a descender. Mientras, C. Ananás hojea su cuaderno y al final se encuentra palabras que escribió dos años atrás. Palabras reducidas que hoy duermen tras su uniforme azul. Mira sus medias, azules también, y ve la punta de su zapato derecho raspada por cada vez que pisa el freno del carrito de bebidas. Repite la acción 19 veces en cada vuelo. Hasta 114 veces en un día, como ayer. Arregla el cinto de su vestido y lo anuda en forma de moño. En su profesión, hay que cuidar los detalles.

Prepara la cabina y se atreve a cruzar palabras con Ella.

Aterrizan, abre la puerta y comienza el desembarco.

Ella: "Gracias por sus palabras. Lamento que siendo historiadora, esté aquí haciendo esto."
C. Ananás: "Gracias, buenas tardes."

Al pie de la escalera la espera su maleta, aparentemente tal y como la había entregado. Seguramente cargada con sus peines y su laca y sus medias y sus discursos incendiarios y sus modelitos de El Palacio. No hubo complot. El peinado sigue intacto. La voz de la izquierda mexicana ha llegado al corazón de El Soconusco. Es Denisse Dresser. Camina a la terminal mientras C. Ananás empieza a preparar su carrito para el vuelo de regreso: 1 jugo de tomate, 2 de naranja, 3 de manzana, refrescos, agua, cerveza, cacahuates, vasos y servilletas...
A fin de cuentas, uno se gana la vida.

7 comentarios:

Paul dijo...

¿se sumará a nuestra aeroguerrilla? si es así pídele que cambie su peinado, no le garantizaremos ese corte si es que se anima...

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Así es: uno se gana la vida. Lo revolucionario, lo visionario, la corresponsabilidad social es un acto de conciencia...no una marca. No tenemos por qué terminar donde inciamos...
Un beso muy grande a mi revolucionaria de las alturas...ahí has iniciado tú, más alto que muchos con renombre y sin mérito propio.
Rafael Escutia Garmendia

Randomness ad nausseam dijo...

¿Cuáles fueron las palabras anotadas de C. Ananás? ¿Un discurso de hace unos años?

Anónimo dijo...

Muy lindo todo esto, una vez estuve por acá. Hoy volví y leer me gratificó. Tambien me asusto un poco pensar que no tengo tanto para contar o mucho menos.. en fin.. Por seguir descubrindo lo polimorfo de este mundo, salud!

sophi dijo...

me transportan tus historias como su fuera un film en mi cabeza.

sophi dijo...

me transportan tus historias como si** fuera un film en mi cabeza.